Tan sólo una parte...

Una región asentada sobre una falla tectónica, con naturaleza sísmica, un clima seco y poco variable a lo largo del año, un relieve controlable, y la existencia del material volcánico de sus canteras, crearon ciertas condiciones necesarias para nacimiento de una arquitectura colonial muy particular.

El contraste cultural de la conquista y la mano de obra local dirigida hizo el resto, a diferencia de otros restos coloniales de América Latina, en Arequipa , se observa la fusión de elementos españoles y nativos, a tal punto que generan una creación propia.
Los continuos terremotos que afectaron a Arequipa desde 1582, destruyeron las primeras construcciones de la ciudad, afectando a la economía de las órdenes religiosas de la ciudad.

El Monasterio de Santa Catalina es una de las joyas arquitectónicas que encierra un fragmento de la antigua ciudad colonial, preservándola durante siglos y que hoy podemos disfrutar.

El Monasterio de Santa Teresa fue construido en 1 700 .Los frecuentes terremotos de la ciudad son responsables de sus múltiples reconstrucciones lo que ha alterado los exteriores originales , sin embargo el interior del monasterio se encuentra casi como en sus primeros tiempos.
Cerrado por las leyes del claustro, después de casi 300 años de fundación, se abre al público, parte de este monumental conjunto arquitectónico, exhibe los tesoros guardados a lo largo de sus tres siglos de existencia. Obras de arte se exponen en sus doce salas. Algunas salas muestran su ambientación original y siguen siendo utilizadas por las religiosas.

Tal vez una de las obras que no deja de sorprender por sintetizar, el estilo al que se ha llamado barroco mestizo, de nuestra ciudad es la Iglesia de la Compañía de Jesús diseñada por el arquitecto Gaspar Báez , que la edificó en 1578, terminándola en 1667.
Esta obra representa uno de los mayores logros artísticos y estilísticos de nuestra arquitectura.

A corta distancia de la Plaza de Armas, encontramos el convento de la Recoleta, que en 1651 ya poseía sus claustros mayor y y menor y una pequeña iglesia. Durante la época colonial fue centro de apostolado y misión. En 1869 es convertido en Colegio de Misioneros Apostólicos, pasando a ser administrado por los Franciscanos Descalzos y, en 1941 es incorporado a la Provincia Misionera de San Francisco Solano; sede de uno de los primeros museos y bibliotecas de la región.